Cómo actuar ante una crisis alimentaria

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«En esta época de cambios, en la que el consumidor ha pasado de ‘comer’ a ‘alimentarse’, el sector alimentario no puede conformarse con tener sólo contentos a sus accionistas e inversores, ya que éstos no son los únicos que tienen acceso al entorno 2.0, a Internet y a las redes sociales que, en manos de todos los públicos, actúan como catalizadores capaces de desencadenar una reacción vírica que puede tirar por tierra y hasta enterrar la buena imagen de cualquier producto, marca o compañía. Ante este escenario de potenciales riesgos en los universos online y offline, la industria alimentaria no tiene más remedio que adaptarse a una transformación a la hora de comunicar qué hace, cómo lo hace, con quién lo hace, cuándo lo hace, dónde lo hace y por qué lo hace. Y hacerlo, además, antes -para prevenir-, durante y después de identificar fisuras en su reputación o directamente alertas o crisis alimentarias».

El reportaje, publicado en las páginas 8 y 9 de la revista digital Alimentación y gran consumo del diario El Economista, continúa aportando recomendaciones para gestionar una alerta o crisis alimentaria, basándose en el contenido del informe especial «Gestión de la reputación y alertas alimentarias» de d+i LLORENTE & CUENCA.

«En esta época de cambios, en la que el consumidor ha pasado de ‘comer’ a ‘alimentarse’, el sector alimentario no puede conformarse con tener sólo contentos a sus accionistas e inversores, ya que éstos no son los únicos que tienen acceso al entorno 2.0, a Internet y a las redes sociales que, en manos de todos los públicos, actúan como catalizadores capaces de desencadenar una reacción vírica que puede tirar por tierra y hasta enterrar la buena imagen de cualquier producto, marca o compañía. Ante este escenario de potenciales riesgos en los universos online y offline, la industria alimentaria no tiene más remedio que adaptarse a una transformación a la hora de comunicar qué hace, cómo lo hace, con quién lo hace, cuándo lo hace, dónde lo hace y por qué lo hace. Y hacerlo, además, antes -para prevenir-, durante y después de identificar fisuras en su reputación o directamente alertas o crisis alimentarias».

El reportaje, publicado en las páginas 8 y 9 de la revista digital Alimentación y gran consumo del diario El Economista, continúa aportando recomendaciones para gestionar una alerta o crisis alimentaria, basándose en el contenido del informe especial «Gestión de la reputación y alertas alimentarias» de d+i LLORENTE & CUENCA.

«En esta época de cambios, en la que el consumidor ha pasado de ‘comer’ a ‘alimentarse’, el sector alimentario no puede conformarse con tener sólo contentos a sus accionistas e inversores, ya que éstos no son los únicos que tienen acceso al entorno 2.0, a Internet y a las redes sociales que, en manos de todos los públicos, actúan como catalizadores capaces de desencadenar una reacción vírica que puede tirar por tierra y hasta enterrar la buena imagen de cualquier producto, marca o compañía. Ante este escenario de potenciales riesgos en los universos online y offline, la industria alimentaria no tiene más remedio que adaptarse a una transformación a la hora de comunicar qué hace, cómo lo hace, con quién lo hace, cuándo lo hace, dónde lo hace y por qué lo hace. Y hacerlo, además, antes -para prevenir-, durante y después de identificar fisuras en su reputación o directamente alertas o crisis alimentarias».

El reportaje, publicado en las páginas 8 y 9 de la revista digital Alimentación y gran consumo del diario El Economista, continúa aportando recomendaciones para gestionar una alerta o crisis alimentaria, basándose en el contenido del informe especial «Gestión de la reputación y alertas alimentarias» de d+i LLORENTE & CUENCA.